La dificultad, o una de las dificultades, de acorralar el concepto de arte en una definición es que parte de su esencia es justamente ir más allá de sus límites, e investigar en la producción creativa.
Tengo la sospecha, de que en la creación del producto artístico, como lo entendemos hoy, se transfiere parte de la identidad del autor al producto artístico. Esto es independiente de que dicho producto se reproduzca muchas veces, o incluso de que sea fabricado, diseñado o ejecutado por un individuo distinto. Lo importante es que que el producto resultante transporte la identidad que el autor a proyectado sobre él.
Y dicho esto, podemos comprobar su validez. En esta descripción encajaría todo el arte que estudiamos en el colegio, desde las pinturas renacentistas hasta el performance del siglo pasado. En la medida que el autor o autores proyectan algo nuevo, creado por ellos, y por tanto, portando parte de su identidad como individuo o colectivo, encajaría en esta definición de arte.
Cambiando de tercio, el iPhone, lo considero una obra de arte a pesar de ser infinitamente reproducible y ser obra de muchas personas, lo cual no encaja con el concepto habitual de producto artístico, pero sí en la que propongo aquí.
iPhone 4 (lanzado en 2010) |
Clifton Suspension Bridge (terminado en 1864) |
Aquí pueden empezar las curvas porque en ese caso, los productos no encajan con el concepto tradicional de arte, y sin embargo portan parte de la identidad del autor. Los autores se reconocen en sus obras.
Continuará. O no.
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